Cuando pasaste pedí un deseo. Fuiste tan fugaz que pensé que quizá se cumpliría.
Fuiste tan rápido que te concebí de otro planeta. Brillabas tanto que creía que eras una estrella, y que debía girar a tu alrededor. Entendía que la estela que proyectabas a tu paso eran trozos de ti, tu esencia, tú.
Te estudiaba con detalle, miraba tu trayectoria, pero tu fugacidad me impidió hacerlo durante mucho tiempo. Sin más te fuiste, y yo pensé que mi deseo se cumpliría, porque es lo que suele ocurrir con las estrellas fugaces, ¿no?
A día de hoy, todavía no se ha cumplido, pero tengo esperanzas en ti. En una noche oscura fuiste la única luz en el firmamento, brillaste por un instante, pero lo hiciste. Sigo esperándote cada noche, a que pases de nuevo como pedí, pero nunca sucede. Aún así, sé que llegarás tarde o temprano, y que podré verte de nuevo, aunque sea como sueles pasar tú, fugazmente.